domingo, 4 de julio de 2010

Apuntes sobre la ciencia ficción.

Anderi Tarkovski. La imagen total (Pilar Carrera, FCE, 2008) dice, en al menos tres ocasiones (páginas 17, 55, 79), que «Solaris no es una película de ciencia ficción». Sus razones son: «De ella está ausente cualquier exotismo técnico. De hecho la técnica misma está prácticamente ausente. A no ser como desecho…» (página 55) y «…que nada tiene que ver con la ciencia ficción, que al fin y al cabo es un género de rigurosa verosimilitud» (página 17).
Sobre la tecnología, según la autora, en Solaris, «la tecnología no se presenta victoriosa, triunfante, sino decadente, envejecida, pasada» (página 18). Sin embargo, basta recordar el concepto de «used universe» de George Lucas en La guerra de las galaxias: sobre todo en la primera trilogía (Episodios IV, V y VI), la tecnología se presenta usada, vieja, con fallos (el Halcón Milenario no salta al hiperespacio, es una «chatarra»,...). Para Pilar Carrera, esto sería razón suficiente para no considerar La guerra de las galaxias como ciencia ficción; tampoco Blade Runner, que también hace uso del «used universe».
El segundo criterio: ¿«rigurosa verosimilitud» respecto a qué? En Cosmos, Carl Sagan da una estimación a la Ecuación de Drake según la cual habría 10 civilizaciones extraterrestres detectables... el Senado Galáctico de La guerra de las galaxias ya no sería verosímil; si además incluyéramos en la ecuación el antropomorfismo de los extraterrestres, la cantidad sería infinitesimal... ¿qué pasa con los romulanos y los vulcanos; con Leia, Luke, Han Solo, &c.? Entendiendo la verosimilitud como verosimilitud respecto a una ciencia tampoco cabe como criterio: Guerra y paz es históricamente verosímil, Doce hombres sin piedad es jurídicamente verosímil ‒porque verosimilitud no se confunde con exactitud.
En una crítica más semiótica sobre la ciencia ficción, Pilar Carrera dice: «es un género “conservador”, pues hace del presente utopía al exacerbar una de sus tendencias, lo convierte en un paraíso en el que aún había vuelta atrás. La ciencia ficción clama por un eterno presente, por el mantenimiento de un statu quo que evitaría que el mundo dejase de ser morada del espíritu» (página 18). Al confundir el mundo del lector y el mundo del texto (e incluso el finis operantis del autor), el análisis es un sinsentido: se puede aplicar al género fantástico, o a cualquier género que muestre el "mundo real": «exacerbar» una de las tendencias del presente se hace en cualquier texto de ficción, ya sea la ética en La carretera («el fuego»), el hedonismo en Houellebecq, o el machismo en los hermanos Grimm. De hecho, podríamos decir que la perduración en el tiempo de esa tendencia exacerbada del presente es uno de los rasgos de lo que García Berrio llama «poeticidad».

Y entonces, ¿cómo definiríamos la ciencia ficción?
Antes de nada, ¿es un género? Resumiendo, por no tratarlo aquí: el tema de los géneros, en las teorías del arte, se presenta oscuro y confuso entre otras cosas porque está claro, por ejemplo, que si la narrativa es un género y la ciencia ficción es un género y la comedia es un género, se ve que se siguen criterios clasificatorios distintos, y se cruzan entre sí (en este caso, en Guía del autoestopista galáctico). Mantendré que la ciencia ficción es uno de los géneros que denominaré axiomáticos
Hay muchas definiciones de ciencia ficción, que sobre todo se centran en la tecnología, la ciencia, el futuro, y la utopía/distopía. Las definiciones científico-tecnológicas vienen a decir que la ciencia y la tecnología mostrada en la ciencia ficción es superior a la presente (lo que hace posible la presencia de robots, alienígenas, naves espaciales, hiperespacio,...). De acuerdo con el criterio científico-tecnológico, cabría distinguir entre dos polos: aquella ciencia ficción que es estrictamente científica, construyendo desde conocimientos científicos vigentes o embrionarios en el presente (Arthur C. Clarke, Isaac Asimov) y otro con menor rigor científico para el que, incluso, la ciencia no es más que una simple excusa (Ray Bradbury, Philip K. Dick, Stanislaw Lem). Según las definiciones temporales, la ciencia ficción se sitúa en el futuro. Sin embargo, tanto La guerra de las galaxias («Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...») como La guerra de las salamandras (por poner sólo dos ejemplos) están ambientadas en el pasado; por otro lado, también como ejemplo, Terminator se situaba en el presente. El criterio profético distinguiría entre utopía y distopía –sin embargo, este criterio no siempre está tan claro como parece: ¿Fahrenheit 451 o Un mundo feliz no podrían considerarse como utopías, sociedades perfectas con elementos disruptivos (Montag, Bernard Marx), como pudieron ser los anarquistas de principios del siglo XX? Es más, muchas veces veremos utopías escondidas en una distopía (los hombres-libro de Fahrenheit 451, los valores que defienden los protagonistas de La carretera,...) y viceversa (varios de los viajes de Ijon Tichy en Diarios de las estrellas), o utopías distópicas (La guerra de las salamandras, R.U.R.)... también habría que reconocer obras de ciencia ficción que no sean ni utópicas ni distópicas (en cierto sentido, La naranja mecánica). Implícitamente, el criterio profético implica la ambientación de la ciencia ficción en el futuro ‒y ya hemos visto que no tiene por qué ser así. La tradición utópica, que ni mucho menos es exclusiva de la ciencia ficción, ubica la utopía (y con ella, la distopía) en el mundo de las Ideas, en el Cielo, en una isla remota,...(simplemente, como dijo Quevedo: «llamola utopía, voz griega cuyo significado es no hay tal lugar»). Sería la propia estructura de la ciencia ficción la que impulsaría su ubicación en el futuro.
La mayoría de las definiciones dadas son estructurales: dirán que la ciencia ficción trata de la ciencia, de la tecnología, del futuro y/o de la capacidad profética; por otro lado iría la definición que Robert Heinlein da de la ciencia ficción que es, más bien, una estructura narrativa (aunque ni se aplica necesariamente a toda obra de ciencia ficción ni una obra dejaría de ser de ciencia ficción por no aplicarse). Sin embargo, se puede proponer una definición histórica o evolutiva que, partiendo de una literatura y de un mundo dados, se conjugarán y desarrollarán, manteniendo a lo largo de su curso invariantes, incorporaciones, sustituciones, exlcusiones y refluencias. También habrá que considerar que la ciencia ficción no tiene por qué presentarse en su forma inmaculada, que puede cruzarse con otros géneros axiomáticos, también históricos. Por último, ciertos textos de ciencia ficción pueden llegar a ser clásicos cuando sean capaces de dar lugar a un subgénero o modificarlo/reconstruirlo (citaríamos, por ejemplo: 1984 o Un mundo feliz entre las distopías; Star Trek, Perdidos en el espacio o La guerra de las galaxias entre el subgénero de aventuras espaciales; El planeta de los simios, Mad Max o La carretera en el subgénero postapocalíptico).
En la entrada La ciencia ficción como un género axiomático desarrollaré esta definición histórica del género, a la vez que la estructura para otros géneros axiomáticos.


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